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A través de una foto de Tomás Núñez Magdariaga en su día 45 de huelga de hambre que un amigo suyo puso obtener burlandose de la vigilancia de la Seguridad del Estado y que fue publicada en el perfil Twitter @cristiancrespoj hemos podido conocer que el prisionero político cubano, el disidente Tomás Núñez Magdariaga, cumplió el pasado miércoles 50 días en huelga de hambre en protesta por el arbitrario proceso judicial en que fue condenado a un año de cárcel por un delito que, como el asegura y como demasiado a menudo pasa en la Isla, no cometió.
A pesar de las declaraciones de las autoridades y de los cambios [sic] en la dirigencia política en la Isla la historia de Cuba sigue igual y los disidentes son condenados demasiado a menudo arbitrariamente y sin pruebas.
Según una nota de prensa del Observatorio Cubano de Derechos Humanos más de 200 detenciones arbitrarias se produjeron en Cuba en el mes de septiembre; la red de observadores del OCDH en la isla contabilizó 129 acciones represivas contra mujeres y 69 contra hombres, al tiempo que se producía un número mayor de actos de acoso e intimidación contra miembros de la sociedad civil y activistas a todo lo largo y ancho de isla.
Mientras se mantiene el panorama represivo, incluyendo actos violentos, el presidente Miguel Díaz-Canel insiste en su estrategia de postureo ante sectores de la opinión pública internacional. En los días previos a su visita a Naciones Unidas, en Nueva York —donde recibió honores por parte de algunos cineastas, músicos y autoridades eclesiásticas—, su Gobierno ordenó cerrar el centro cultural La Madriguera, en La Habana. La causa fue la celebración de un concierto contra el Decreto Ley 349/2018, que busca aumentar el control gubernamental sobre la creación artística. Como consecuencia del concierto, la policía detuvo al rapero Maykel Castillo Pérez, conocido como “El Osokbo”.
El Observatorio Cubano de Derechos Humanos considera reprobables los homenajes que se le han tributado a Díaz-Canel en Nueva York. El presidente cubano ha sido incapaz de llevar adelante reformas políticas y económicas, para que la isla deje de ser un escenario represivo, de falta de libertades y de miseria. Las personalidades que lo aúpan como si fuera una celebridad, sin exigirle el cese de la violación de los derechos fundamentales en la isla, actúan de manera indolente ante la represión y sin empatía con las víctimas.
Cuba vive un momento extremadamente delicado. El régimen pretende imponer una nueva Constitución paródica, que usa términos internacionalmente conocidos, para al mismo tiempo violarlos. La falta de exigencia por parte de la Unión Europea, particularmente de España, y las palmadas en el hombro a Díaz-Canel, por parte de personalidades de Estados Unidos, solo generan un escenario de mayor impunidad para los violadores de los derechos humanos.
(4 de octubre, 2018)
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